En los iglús se está muy bien. Lo prueba el hecho de que los esquimales los construyen en invierno, precisamente para protegerse del frío.
Los forran complentamente con pieles, y un hogar -para el que se ha previsto una salida de aire en el centro de la cápsula- asegura la temperatura agradable, además de dar luz y permitir guisar los alimentos.
Aunque esto último no es muy importante para ellos, si tenemos en cuenta que existe la creencia de que el nombre de esquimales se lo pusieron a los pueblos limítrofes y significa «comedores de carne cruda».