Hay muchos metales en la Naturaleza que se encuentran ya dispuestos para su elaboración.
El hombre descubrió muy pronto que el oro, la plata, el estaño, el plomo y el cobre que descubría en forma de pepitas, pajuelas o filones podían ser batidos o fundidos y colados en moldes. Hace 5000 años, estos metales se elaboraban en Egipto, la India, China y Mesopotamia.
Más tarde, el hombre inventó el bronce mezclando cobre y estaño, al tiempo que aumentaban sus conocimientos metalúrgicos. Algunos bronces de hace 3 500 años, despiertan aún hoy nuestra admiración.
El hierro apareció hacia el 1 200 a. de Cristo. La causa de esta aparición tardía fue la dificultad en conseguir las elevadas temperaturas que se necesita para fundirlo y purificarlo de las escorias con las que se encuentra en la Naturaleza.
Algunos pueblos fueron hábiles herreros y custodiaron celosamente la complicada técnica de elaboración, gracias a la cual fabricaban objetos muy bien pagados.
En Europa, fueron herreros extraordinarios los celtas, repartidos desde Checoslovaquia hasta Irlanda y España, así como los etruscos, los señores de la Italia central y septentrional.